Carrera de obstáculos para cobrar el bono de emergencia

5 de Marzo de 2021

Una mañana de abril, Patricia recibió la llamada de su sobrina, Elisa, para contarle que había escuchado en las noticias que se estaba entregando un bono de emergencia. Con cierto optimismo premonitor, le dijo, “présteme tía su cédula para darle viendo si quedó ganadora”. Patricia, pensando que no tenía que perder, le dio su número de cédula. Elisa, quien vive en la ciudad de Puyo, y a diferencia de su tía cuenta con una computadora e internet, pronto le daría las buenas noticias: había sido seleccionada para recibir dos pagos de 60 USD en el mes de abril y mayo.

Y en buena hora. Patricia tiene 2 vacas y vive de la leche que ordeña. Antes de la pandemia, una vez por semana, Patricia llevaba sus quesos a una panadería en Puyo, la ciudad más próxima ubicada a 27 km de su hogar y ganaba 9 dólares diarios. “Como vino la pandemia, ya no se podía salir a Puyo y tuve que vender los quesos aquí mismo a los vecinos, pero a un menor precio que en la panadería”. La actividad lechera de Patricia se convirtió en el ingreso principal de su familia, pues su padre, quien vive en la misma finca, había perdido toda la cosecha de naranjilla al no poder salir a venderla a Ambato. Además, el reciente machetazo que sufrió en el pie, lo había dejado, sin seguro campesino y convaleciente.

En Ecuador, la falta de inclusión financiera y la brecha digital, limita la entrega de ayudas monetarias a quién más las necesita. El Bono de Protección Familiar por Emergencia se implementó con un presupuesto de $114 millones USD para un total de 950.000 beneficiarios seleccionados, de los cuales el 88% fueron mujeres.[1] Para su entrega se ampliaron el número de puntos de pago de 3.500 a 10.300, habilitando tiendas corresponsables bancarias a nivel barrial. Sin embargo, la entrega de esta ayuda no llegó a la totalidad de sus beneficiarios. De acuerdo con la información disponible en InfoMies con datos hasta abril del 2020, 13,16% (20,000 personas) de las zonas rurales no llegaron a cobrar su bono; o nunca se enteraron o no pudieron saltar todos los obstáculos para lograr hacerlo. El trayecto que se describe a continuación, se trata del caso exitoso de Patricia quien logró cobrar el bono, pero que ejemplifica el esfuerzo en tiempo, gastos, apoyos externos para acceder a las ayudas monetarias en el contexto rural.

“En ese tiempo no había buses, entonces tuve que buscar un vecino con carro y con placa con circulación para que me lleve al Puyo”. No podía ser cualquier día de la semana, sino, el día que le correspondía a Patricia cobrar de acuerdo con el último dígito de su cédula. Sabía que a las 2 de la tarde, tendría que estar de vuelta, cumpliendo con el toque de queda y, por tanto, aprovechar el tiempo de su salida. Patricia, ese día madrugó más de lo habitual. Debía organizarse con el trabajo de casa y el ordeño de las vacas, lo hizo a la madrugada. Dejó a dos de sus hijos, la pequeña de 3 y el mayor de 15, con los abuelos. Decidió acudir al Puyo acompañada de su hija mediana, “necesitaba manos para ayudarme con las compras que vendría trayendo”. Salieron a las 9 de la mañana y tardaron 50 minutos para llegar a la primera parada: la panadería.

Luego de dejar los quesos, se dirigieron a cobrar el bono en la Cooperativa de Ahorro y Crédito de la Pequeña Empresa de Pastaza (CACPE), a 8 cuadras de la panadería. Caminaron juntas y recuerdan que las calles lucían vacías, con locales cerrados, hasta toparse con la cola de este punto de pago.

El aforo limitado dentro del banco para reducir el riesgo de contagios obliga a realizar la fila afuera. Patricia y su hija esperaron una hora y media. De vez en cuando, la duda invadía a la madre, “yo que nunca me he ganado ni una rifa, hasta no cobrar no me lo creía.” Cuando llegó su turno, cobró sin novedades y, cumpliendo con su itinerario que había planificado el día anterior, se dirigió a una tienda de víveres para aprovisionarse de alimentos, especialmente los no perecederos que, en El Triunfo, resultan más caros. Caminaron cuatro cuadras y ahí usó casi la totalidad de su bono para comprar comida, “porque decían que no íbamos a poder salir otro mes.” En la fila, se encontró con una vecina de su localidad rural y pronto acordaron juntarse para compartir un taxi que les regresara a El Triunfo.

Con las compras, caminaron 5 minutos a la parada de taxis, ya que no había autobuses operando. Allí, con la finalidad de compartir el gasto del transporte, buscaron, entre los transeúntes, una persona de su localidad para ocupar un puesto del taxi y así reducir el costo del pasaje. Patricia gastó 5,25 dólares en transporte ese día. Esta gestión le tomó algo más de 4 horas.

De todos los esfuerzos implicados para alcanzar el cobro del bono, Patricia considera el peor, la exposición al virus. “En nuestra parroquia nos sentimos seguros porque no ha habido contagios y por eso mismo, he decidido dejar de vender quesos en el Puyo por miedo a contagiarme”. Patricia, con la experiencia de su padre accidentado, tiene muy presente la dificultad para acceder a los servicios de salud que se ubican alejados de su hogar. El auto aislamiento en algunas zonas rurales ha sido una estrategia para evitar contagiarse.

Recomendación de Patricia

Patricia, como otros receptores entrevistados, tuvo que acudir al internet de terceros por falta de dispositivos propios o conectividad. En este contexto, le pregunto cómo recomendaría que se realice la comunicación y pago del bono, Patricia indica que, “sería mejor que el gobierno comunique a las parroquias y las parroquias, obligatoriamente comunicar a los presidentes de las comunidades, y las comunidades avisar a todas las personas en sus casas, porque hay muchas personas que viven muy lejos y nunca se enteraron de nada. Sería ideal que vinieran a la casa, porque es difícil ir al Puyo, a veces no hay ni para el pasaje”.

Adicionalmente a lo recomendado por Patricia, añadimos algunas recomendaciones que surgieron de las entrevistas en general. Uno de los mayores retos es la inclusión financiera, no solo en cuanto a la apertura de cuentas bancarias, sino en el acceso a medios electrónicos y alfabetización digital, como una forma de acceso a los servicios en línea. El trámite personal con cédula igualmente debe contemplar los casos de adultos mayores o personas con discapacidad que no pueden trasladarse o cuyo traslado implica un riesgo de contagio. Para ello, los poderes sin costo facilitarían una delegación no fraudulenta. Generar mecanismos de pago en tiendas sucursales entregando anticipadamente el valor de los bonos, puesto que los comercios pequeños no cuentan con un flujo de caja suficientemente grande para hacerse cargo de los pagos de forma anticipada. Estos son algunos mecanismos que podrían aportar a un mejor acceso a las ayudas monetarias no condicionadas.  Aquí podrás leer el informe completo.

Esta es la historia de vida es una de las 16 personas que participaron en entrevistas en Pastaza, Pichincha y Guayas. Por confidencialidad, se han cambiado los nombres. Entrevista y sistematización: Paulina Jiménez. Visita de campo para recrear el recorrido: Cesár Bernal González

[1] El Comercio. (2020) “Este 15 de mayo del 2020 se inicia el pago de la segunda fase del bono de protección familiar por emergencia”, https://www.elcomercio.com/actualidad/pago-bono-segunda-fase-covid19.html.